Fuente: Diario Criterio
Este 2 de julio se presenta en el Teatro Pablo Tobón Uribe, de Medellín, una gran puesta en escena teatral sobre la vida y la muerte, armada entre el grupo Los Pantolocos y el director ecuatoriano Martín Peña Vázquez. Hablamos con él.
Para promocionar la función de este sábado 2 de junio, la única (por ahora), que el grupo Los Pantolocos tendrá de su obra Lautaro: un viaje por el delirio de la vida, sus integrantes colgaron en algunas paredes de las calles de Medellín, cercanas al Teatro Pablo Tobón Uribe, un aviso fúnebre: “Los Pantolocos agradecen la asistencia a las honras fúnebres de Lautaro”. También en los materiales de promoción de la obra, invitan a celebrar sus exequias y hablan de una “solemne fiesta fúnebre”.
Lo que verán los asistentes a la función, sin embargo, es algo mucho peor que una muerte física: es la representación metafórica de una muerte en vida, del día a día de una persona común y corriente que no tiene voz propia, no puede manifestar su criterio y es prisionero de las ataduras sociales. Una situación con la que pueden identificarse muchos.
“Este es uno de los principales conflictos que enfrenta hoy la sociedad –dice el dramaturgo ecuatoriano Martín Peña Vázquez, director de la Compañía Teatro del Cielo de Ecuador y quien dirige el montaje de Los Pantolocos–. No tener un criterio propio ni una voz propia perjudica todo; los sistemas políticos, la sociedad, la familia”.
Para él, los seres humanos no nacen libres: vienen con un contexto previo que da la familia, el país, la sociedad y que predeterminan una religión, una nacionalidad y una serie de valores e ideas preconcebidas. Lautaro, de cierta forma, es una obra que responde a esa situación. En ese sentido, las honras fúnebres del personaje no son más que un acto de liberación. Un acto de liberación hecho al mejor estilo de Peña Vázquez y Los Pantolocos: teatro físico en el que el cuerpo es el que transmite las emociones y las sensaciones.
El montaje de Lautaro: un viaje por el delirio de la vida viene gestándose desde hace varios años, más específicamente en 2011, cuando Martín Peña Vázquez hizo una gira con su grupo Teatro del Cielo y pasó por Medellín. Algunos de los miembros de Los Pantolocos, un grupo que nació en 2003 y que también trabaja explorando el cuerpo y sus límites, asistieron a un taller dictado por él.
Esa experiencia se repitió en 2016. En 2018, los miembros del grupo decidieron hacer una residencia de un mes con él y luego, algunos de ellos se fueron a Ecuador, a seguir estudiando. Todo ese tiempo compartido y esa larga relación profesional tenía que terminar en una obra creada en conjunto, una obra que usara el lenguaje que el director y el grupo habían venido desarrollando y aprendiendo.
“Venimos trabajando en un lenguaje común desde hace rato. Yo sé qué pedirles y cómo, porque los conozco bien, y ellos a mí, con todas las virtudes y defectos. Eso ha permitido que en estos meses podamos construir un espectáculo grande y bastante complejo: con movimiento, trabajo corporal y musical, manejo de elementos“, explicó.
Por eso, quienes asistan a las honras fúnebres de Lautaro, se encontrarán con una experiencia teatral que va más allá de ver y seguir una historia en el escenario, y en el que los espectadores tendrán la posibilidad de ingresar al interior del ser humano: “No solo describimos y contamos la obra, sino que la vivimos. Todos los conflictos internos, el delirio, la locura, las trabas mentales. Todos esos conflictos los sentimos a través de los músculos, del movimiento”.
Los medellinenses podrán verla el próximo sábado 2 de julio. Una oportunidad única, mientras se organizan las temporadas y las giras por varias ciudades y países.